jueves, 17 de septiembre de 2020





FALTA ZENA…  SPIRANTHES SPIRALIS


Orain, azken bero boladaren pean idazten nagoelarik, gezurra dirudi. Baina aurreko asteko freskurak nolabaiteko udazken ikutu bat erantsi zion Aiarako paisaiari. Eta udazken usainaren deia jarraituz, mendi magaletako erkamezti soilduetara abiatu nintzen, Aiarako orkidea loreen urteroko desfilean falta zena aurkitu nahian. 

 

Spiranthes spiralis landare apala da, lotsatia. Irailatik urrira ugaria izan daiteke Salbadako larreetan, txillardi artean, edo erkameztien argiuneetan. Nekez antzemango dugu, ordea, arretarik jarri gabe behintzat, besterik gabe mendian pasioan goazela.

 
Spiranthes txikia baita, 10-15 cm-ko zurtointxo bat besterik ez, hostorik gabe sasoi honetan, non eztarri horiko lore txuri ñimiño batzuk txertatzen diren.  5 mm-ko lore txiki horiek espiral moduan inguratzen dute zurtoina, eta hortik datorkio abizena: spiralis.

Txikia, bai, baina ederra.

 

Egunaren akaberan, izkutatzera doan eguzkiaren izpiak jolasean dabiltza orbel artean apenas altxatzen den orkidea txikiarekin. Eta ni, arrastiriarekin laisterkan, kolore, forma eta argitasun nahas-mahas zoragarri hori jasotzen saiatzen naiz nire argazki kameraz, iluntasuna nagusitu aurretik. 

 

Gero etxera itzuliko naiz, distira begiradan eta poza barea gogoan. Halakoxea da Natura, halako ikuskizun apal bezain miragarrien oparia egiteko beti prest.


Ahora, mientras escribo esto en plena ola de calor, parece mentira. Pero el frescor de la semana pasada le añadió un no-se-qué de otoñal al paisaje ayalés. Y respondiendo a la llamada de ese aroma de otoño, me dirigí a los quejigales aclarados que pueblan las laderas de nuestros montes en busca de la que faltaba, de la hasta ahora ausente en el desfile anual de las orquídeas de Ayala.

 

Spiranthes spiralis es una planta tímida y humilde. De septiembre a octubre puede ser abundante en los rasos de Sierra Salbada, entre el berozo, o en los claros de los quejigales. Sin embargo difícilmente la detectaremos si paseamos sin más por el monte, a no ser que pongamos atención.


Pues Spiranthes es una planta pequeñita, un tallito de apenas 10-15 cm, sin hojas a estas alturas, donde se insertan unas diminutas flores blancas con garganta amarilla. Estas florecitas de 5 mm rodean el tallo formando una espiral, de ahí su apellido: spiralis.

Pequeña, sí, pero bien bonita.


Al final del día, los rayos del sol pronto a ocultarse juegan con la pequeña orquídea que apenas se eleva sobre la hojarasca. Y yo, compitiendo con el crepúsculo, intento recoger con mi cámara esa maravillosa amalgama de formas, luces y colores antes de que la oscuridad se adueñe del paisaje.


Luego volveré a casa con el brillo en la mirada y una serena alegría en el ánimo. Así es la Naturaleza, siempre dispuesta a regalarnos tales espectáculos, tan humildes como asombrosos.  

Patxi Aiaratik

 

 

jueves, 10 de septiembre de 2020

De pollos, cachorros, crías y huevos

Durante los meses de verano no es raro que nos encontremos con pollos de aves que han caído del nido, crías de murciélago que se han escurrido del cuerpo de sus madres mientras volaban o el cachorro de algún mamífero desorientado y hambriento. Estas son algunas de las imágenes que nos han llegado este verano desde diferentes puntos de la comarca.

Éste es el pollo de un autillo, una pequeña rapaz nocturna que nos visita todos los veranos para críar y después regresar nuevamente al sur. El disperso arbolado que rodea el pueblo de Artómaña parece buen lugar para construir su nido, y no sólo para el autillo, sabemos que otras rapaces nocturnas como la lechuza, el mochuelo o el búho chico también campean por Arrastaria.

Este otro pollo pertenece a un mochuelo, otra rapaz nocturna cada día más escasa en nuestros campos y pueblos. El interés de esta cita reside en que fue fotografiado en Orduña, lugar donde hacía años que no se tenía constancia de la presencia de ejemplares, cuando a finales del siglo pasado habían sido detectados varios territorios tanto en Orduña como en el valle de Ayala. Esperemos que sea un indicativo de que sus poblaciones se estén recuperando.


Las patas cortas de los vencejos responden a una extraordinaria adaptación de esta familia de aves para el vuelo, que quedan reducidas por su escasa utilidad y para maximizar su aerodinámica. Así que cuando caen al suelo son incapaces de emprender el vuelo a no ser que las ayudemos, como es el caso de este ejemplar fotografiado en Olabezar.


Los papamoscas grises son fáciles de observar a finales de agosto, cuando las poblaciones reproductoras europeas regresan a los cuarteles de invernada en las regiones tropicales africanas. En nuestros valles son muy escasos los ejemplares de esta especie que llegan a criar y siempre emociona  ver a una hembra cebando a sus pollos. Esta foto fue tomada entre los manzanos y ciruelos de un huerto de Murga.


De Okendo nos ha llegado esta serie de fotos de cómo emerge del cascarón de un huevo una cría de lagartija. Las hembras depositan los huevos en lugares inaccesibles, en fisuras de rocas y árboles, bajo piedras, así que ser testigo del nacimiento de un ejemplar es todo un acontecimiento.


Las crías de culebra de collar son fáciles de distinguir por las manchas amarillas que rodean el cuello. Como el resto de víboras y culebras son víctimas habituales de la ignorancia de las personas y de las habilidades depredatorias de los gatos domésticos. Como ejemplo, este gato sorprendido en Sojoguti..

La estrategia de muchas especies de murciélagos para mantener una temperatura adecuada durante la época de reproducción que garantice la supervivencia de las crías es formar agrupaciones de numerosos ejemplares, a veces incluso junto con otras especies. Colonia de cría en Ayala formada por murciélagos mediterráneos de herradura y murciélagos ratoneros pardos.

Aunque no todos las crías logran llegar a adultos.

Esta otra cría de murciélago hortelano ha sido encontrada junto a la ermita de San Antón de Amurrio. Dejándola sobre un tronco es posible que logre emprender el vuelo e incluso ser atendida por su madre.

Y finalmente tenemos a este zorrezno que buscó refugio en el jardín de un caserío de Lezama hasta el día siguiente que recuperó fuerzas.