martes, 9 de abril de 2024

LILIPEN OPARIA (Narcissus taldea)

 

 

 

Narcissus asturiensis

Narcissus bulbocodium

Lilipen eztada Salbadako larreetan

LILIPEN OPARIA (Narcissus taldea)

 

Mundua hondar ale batean ikustea

eta zerua zelaietako loretxoan

esku ahurrean infinitua eustea

eta betierekoa ordu eskax batean izan.” 

                                               William Blake, Auguries of Innocence.

 

Beste unibertso horretan, antza, zientziak eta arrazionalismoek bere zirrara ostu zioten naturari, ustiatu daiteken materia hutsa bihurtuz.

Inguratzen nauen unibertso honetan ordea, agerikoak dira naturaren xarma eta presentzia ezberdinak. Naturaren arima aldakor eta multiformea izaki, izate eta izpiritu ezberdinez osatua dago, eta nahikoa da baso edo larre batean pausatzea edo paseatzea, arretaz eta isilik, izate horien urratsak entzuteko eta bere mezuak jasotzeko.

Negua eta udaberria nahasten diren garai hauetan, Flora jainkosaren eragina gailentzen da iratxo ugariren artetik. Salbadako gainetara igo naiz egun nahasi batez, udaberriko egun horietako batez non minutuen kontuan lainopeko grisetik euri zaparradetara pasa zaitezke, eguzkiaren loriak goroldioen esmeraldak argitzeko gero, kazkabarra erauntsiaren aurretik.

Saiatu egiten naiz urtero sasoi honetan hona igotzen, dagoeneko Lilipak zain ditudala dakidalako  (Narcissus generoko loreak). Hona hemen Salbadako belardietako iratxo iheskorrak, oraindik neguak idortutako larre grisak alaitzera datozen izartxo horiak.

Hurbilagotik behatuta, opari bikoitza jasoko dugu. Zeren gure zelaietan eztanda egiten duten loretxo horiek ez dira espezie bakar batekoak. Batak inbutu itxurako korola erakusten du izar itxura ematen dioten bost tepalo filiformeen aurretik, Narcissus bulbocodium. Bestearen korolak hodi zilindriko baten itxura erakusten du, tepalo zabalagoz apaindua, Narcissus asturiensis delarik. Biak tamaina txikiko landareak dira, 10 cm izatera iristen ez direlarik, eta loreak ere txikitxoak, 2-3 cm-ko luzerakoak. Izpiritu iheskorrak. Aste batzuetan gure landak edertuko dituzte, gero desagertzeko. Landarearen hosto apalek bizirik jarraituko dute, erraboila indartuz hurrengo sasoirako.

Nire arima ikuskizunaz freskaturik, banoa bueltako bidean pagadia zeharkatuz. Eta hara non aurkitzen dudan, anemonaz inguraturik Lilipa familiako beste ordezkari bat. Genero hau zabala eta konplexua da, espezie eta subespezietan aberatsa. Maiz aurkitu daitezke beste lilipa mota batzuk munduko beste mendikateetan. Euskal Herriko gune batzuetan, ugaria da oso bere alerik harroena, Narcissus pseudonarcissus, handi eta ederra. Salbadan, ordea, oso urria da. Bitan edo hirutan aurkitu dut bakarrik, beti ale isolatu eta bakarrak. Oraingoan hiru ale aurkitu ditut. Beste lilipek landa eta zelaia maite dute, azken honek pagadia. Makurtu egiten naiz aurkikuntza honen aurrean, esker onez.


Etxerako bidean, Narciso eta Eco ninfaren arteko amodio triste eta tragikoa datorkit burura… baina beste kontaketa baterako aitzakia izango da, agian.

Oharra: talde honen taxonomia hain konplexua izanik, espezien identifikazioa kontu handiz hartzekoa da.

 






 

 

“El ver un mundo en un grano de arena

y un cielo en la florecilla del campo

sostener lo infinito en la palma de la mano

y poseer lo eterno en una hora apenas”

                                               William Blake, Augurios de inocencia.

 

En ese otro universo, parece ser que la ciencia y el racionalismo le robaron a la naturaleza su encanto, convirtiendola en mera materia a explotar.

Pero en cambio, en este universo que me rodea la magia y las distintas presencias de la naturaleza son bien evidentes. El alma multiforme y variable de la naturaleza esta formada por distintos seres, entidades y espíritus, y basta con pasearse, o pausarse, en un bosque o prado, en silencio y alerta, para escuchar los pasos de esos seres y recibir sus mensajes.

En estos tiempos en que invierno y primavera se entremezclan, de entre todos los genios de la naturaleza destaca el efecto de la diosa Flora. He ascendido a los rasos de Salbada en un día revuelto, una de esas jornadas de primavera en la que en cuestión de minutos puedes pasar del gris nublado al aguacero, y asistir luego a la gloria del sol iluminando los musgos esmeralda justo antes de la granizada.

Intento todos los años subir a la sierra en esta época, pues sé que ya tengo a los Narcisos esperando. Y aquí están los fugaces duendes de los prados de Salbada, las pequeñas estrellas amarillas que vienen a iluminar los prados aun tristes tras el invierno.

Si las miramos de cerca, recibiremos un doble regalo. Pues estas florecillas que parecen explotar en nuestros praderas no son de una unica especie. Una de ellas muestra una corola con forma de embudo, y tras ella cinco tépalos filiformes que le dan aspecto estrellado. Es Narcissus bulbocodium. La corola de la otra es un tubo cilíndrico, adornado con tépalos más anchos, se trata de Narcissus asturiensis. Las dos son plantas de pequeño tamaño, apenas llegan a los 10 cm, y sus flores también son pequeñas, de 2-3 cm de largo. Espíritus fugaces, embellecerán los prados algunas semanas para luego desaparecer. Pero las humildes hojas de la planta seguirán activas, engrosando el bulbo para la próxima temporada.

Con el alma fresca tras este espectáculo, voy de vuelta atravesando el hayedo. Y mira por dónde que me sale al camino, rodeado de anémonas, otro ejemplar de la familia de los Narcisos. Es este un género amplio y complejo, rico en especies y subespecies. Es fácil encontrar representantes suyos en otras montañas del mundo. En algunos parajes de Euskal Herria, Narcissus pseudonarcissus, su representante más digno, grande y hermoso, es muy común. Sin embargo es muy raro en Salbada. Solo lo he visto en un par de ocasiones, siempre pies solitarios y aislados. Ahora he encontrado tres plantas. Los otros narcisos aman las praderas, a este le gusta el bosque. Me inclino agradecido ante este encuentro.

De vuelta a casa, me vienen a la cabeza los tristes y trágicos amores de Narciso y la ninfa Eco… Pero tal vez sea la excusa para otra historia.

Nota: la taxonomía del genero Narcissus es tan compleja que la identificación de sus especies hay que cogerla con pinzas…

Patxi Aiaratik

Narcissus pseudonarcissus, urriena Salbadan


Narcissus pseudonarcissus



 

martes, 2 de abril de 2024

Araneko Arri. A una chica le comió el lobo. 24 de diciembre de 1308.

 


Hoy vamos a mostrar un lugar conocido como Araneko Arri. Pertenece al municipio vizcaíno de Orozko y se encuentra dentro del Parque Natural del Gorbea. Una de las maneras de llegar hasta allí es desde la ermita de Nuestra Señora de la Piedad de Garrastatxu (Baranbio), tras una hora larga de caminata y salvar quinientos metros de desnivel. Una vez allí nos encontramos con una estela funeraria acompañada de un pequeño monumento conmemorativo levantado en 1988 en el que se recuerda la leyenda: Araneko Arri. A una chica le comió el lobo. 24-diciembre-1308. Caserío Arane Picaza-Garay. Orozko 20-6-88.


Ermita de Garrastatxu

Existen varias versiones. En unas la chica iba a servir a una casa del valle de Zuia cuando fue atacada en ese lugar por una manada de lobos, en otras la chica se había dirigido allí a recoger las ovejas. En ambos casos los vecinos salen a buscarla y sólo encuentran huesos y pelos. Esta historia es muy similar a aquella otra que se cuenta en el municipio guipuzcoano de Olaberria, también con motivo de una estela funeraria que hoy se encuentra en el interior del ayuntamiento. Aquí la chica también es atacada por lobos cuando se dirige a buscar las ovejas. Desde luego se conocen más lugares con una leyenda similar (en Lagrán, al sur de Álava, también fue devorada una chica cuando llevaba comida a los trabajadores de una heredad) y lo más probable es que fuera una narración repetida en muchos pueblos de Europa, en la que cada uno de ellos la hiciese más verosímil detallando la toponimia, las casas o las mismas familias del lugar.

Estela en Olaberria (Gipuzkoa)

Realmente, los lobos constituyeron en el pasado una auténtica pesadilla en el mundo rural. Lo atestiguan las loberas, esas construcciones de piedra formadas por dos muros que convergían en un foso donde acababa cayendo el lobo tras ser perseguido, o las propias ordenanzas de los pueblos que regulaban minuciosamente las batidas, también conocidas como corridas: quienes debían ir, hacia donde debían dirigirse los batidores o cuál era el toque de la campana que anunciaba batida. Sirva de ejemplo las Ordenanzas de Montes de los cinco concejos de Amurrio, Larrinbe, Derendano, Etxegoien y Olabezar de 1570:

Cuandoquiera que en los dichos términos se sintiesen lobos, cualquiera persona que sienta sea obligado a dar aviso y repicar las campanas en el concejo más cercano, y que los vecinos de los dichos dos concejos y los de Olabezar precisamente sean obligados a salir a correr los dichos lobos con perros, armas y otros aparejos necesarios.

Lobera de San Miguel. Sierra Salvada

Aun así, en muchas ocasiones no era suficiente el empleo de loberas y batidas, y se contrataba a un alimañero o, incluso a una persona aún más especializada: un lobero, un oficio que acabó desapareciendo a medida que se iba exterminando al lobo. De la contratación de estos profesionales tenemos varios documentos que lo atestiguan, por ejemplo, en 1806 los vecinos de Baranbio piden los servicios de un lobero y en los libros de cuentas de 1603 de Aramaio se dice que.

Dio por mandato de la justicia y regimiento a Andrés de Iturbe 30 reales, para ir a la venta de Zarate, más allá de Tolosa, con su macho, para traer los cepos y aparejos de Juan Labina, cazador de lobos.

Estela de Araneko Arri. 

Toda medida era poca y todo concejo pagaba una recompensa a quienes hubiesen matado algún lobo y demostrasen haberlo hecho enseñando una piel o portando al propio lobo muerto. Los libros de cuentas están llenos de estos pagos: en Apellaniz se pagaba en 1584 diez reales por loba y dos por lobo, en Aramaio en 1603 diez reales por lobo, en Moreda en 1710 dos reales o este otro pago que consta en Villanueva de Valdegobía referido a 1746:

En 17 de Henero di a un lobero cuatro cuartos y un quartillo de vino que gastó en la taberna. Traya dos lobos.

Lobo disecado en caserío Oruro. Orduña.

El tiempo va borrando las huellas de esta secular lucha entre el hombre y las fieras. Permanecen historias como la que se cuenta de Araneko Arri. Sin embargo, no se ha conservado durante estos setecientos años el recuerdo de atrocidades cometidas por el propio ser humano en forma de violaciones, asesinatos, guerras e injusticias de todo tipo también sucedidas en estas mismas montañas, es mejor que sean olvidadas y que sea el mundo salvaje, el lobo, el que encarne el horror.

La consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco pidió en febrero al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico que rebaje las medidas para la protección del lobo después de que fuese reclamado por el sector primario en las protestas de las tractoradas. Uno se pregunta si el lobo no vuelve a encarnar el horror, si no vuelve a ser el cabeza de turco, cuando los verdaderos problemas que amenazan al mundo ganadero proceden del ser humano, del competitivo sistema de producción, de la especulación de los intermediarios o del mismo modo de consumo. Dentro de setecientos años lo sabremos.