Las luciérnagas siempre han cautivado
al ser humano por esa capacidad que poseen las hembras de generar luz y que las
convierte en unos seres llamativos, inconfundibles, enigmáticos y, desde luego,
mágicos. No tenemos más que observar la emoción que experimenta un niño la
primera vez que encuentra una en el campo.
Macho y hembra de luciernaga. Foto: Ludovico de la Vega. |
Sin embargo, después de esa primera emoción surge la sorpresa al comprobar que las luciérnagas no poseen el aspecto que creíamos, quizá confundidos por ese nombre tan utilizado hoy día que es el de gusanos de luz. Lo primero que hay que aclarar es que las luciérnagas son coleópteros, escarabajos, algo de lo que no tendremos dudas si observamos a un macho de élitros marrones.
Macho y hembra de luciérnaga. Foto: Ludovico de la Vega |
Pero las hembras, que como hemos
dicho son las que emiten luz, no poseen el aspecto de un escarabajo, ni del
típico gusano, sino de larva (pedomorfismo), con el tórax y el abdomen
claramente segmentado, sin capacidad de vuelo y de color oscuro en este caso. Se
trata de una estrategia evolutiva conocida como neotenia por la que una
especie encontraría ventaja manteniendo características morfológicas de estados
larvarios cuando ha alcanzado ya la madurez.
Larva de luciérnaga alimentándose de un limako, Foto: Ludovico de la Vega |
Los medios de comunicación y las
redes sociales se hacen eco de las noticias que alertan sobre la importante
disminución de las luciérnagas, y muchas personas relacionadas con el entorno
rural también aseguran que hace décadas el numero de ejemplares que se
observaba era mucho mayor que ahora. Además, todo ello sería coherente con el
drástico descenso de los insectos registrado desde mediados del siglo pasado.
Pero de momento hemos de ser cautos ¿en qué datos objetivos nos basamos para
decir que han disminuido?¿qué periodo de tiempo abarcan esos datos?¿en qué área
geográfica y hábitat? Si hubo más luciérnagas en su día ¿fue así siempre o se
debió a la influencia del hombre en el medio?
Luciérnaga en Murga. |
De cualquier manera, si salimos a
caminar una noche de verano por el campo, tarde o temprano, acabaremos
descubriendo esa pequeña luz emitida por la parte final del abdomen de una
hembra, como bien apunta su nombre en euskera ipurtargi.