En
el año 2010 la consejería de Medio Ambiente de Castilla y León informó que se
había detectado un oso pardo (Ursus arctos) merodeando por las montañas del
norte de Burgos: era la primera vez que se detectaba un oso en esta provincia
desde las últimas noticias de su presencia histórica a comienzos del siglo
pasado. Ya entonces se hablaba de una expansión de la especie tras décadas de
trabajo para recuperar su población en la Cordillera Cantábrica, aunque en este
primer momento, y fruto de la incredulidad, parecía una incursión puntual, un
hecho anecdótico.
Oso pardo en la Cordillera Cantábrica |
El
tiempo ha confirmado esta expansión. Después de aquel año se han ido repetido
varias observaciones de osos en el norte de Burgos, en la comarca de las
Merindades. Este mismo verano los medios de comunicación han informado de daños
producidos por osos en colmenares de Sotoscueva.
La población de oso pardo en la Cordillera Cantábrica pasó por momentos muy críticos cuando se estimaron unos 50-60 ejemplares en la década de los noventa del siglo pasado, pero gracias al esfuerzo de asociaciones ecologistas y de las administraciones competentes su población comenzó lentamente a crecer hasta alcanzar en la actualidad alrededor de 400 ejemplares: 250 en la población occidental y 150 en la población oriental. De manera paralela a este crecimiento de población se ha producido una expansión del territorio ocupado que llega hoy a 8.600 km2.

A
raíz de esta expansión del oso pardo hacia el este, el Fapas (Fondo para la
Protección de los Animales Salvajes) indicó en una publicación de su página web
en abril de este año (Caminando con los osos hacia el este ibérico) que desde
el lugar donde se han producido los avistamientos de osos en Espinosa de los
Monteros hasta el País Vasco sólo hay 30 kilómetros y con “un hábitat de
excelente calidad” para el oso por lo que la presencia de esta especie en
territorio vasco “podría ocurrir con muchas probabilidades en los próximos
años”.
Excremento oso pardo en la Cordillera Cantábrica |
Es probable que el oso recale primeramente en el municipio vizcaíno de Karranza por su proximidad con las zonas donde se están observando osos en las Merindades, pero el oso tampoco se encuentra muy distante la Sierra Salvada, y aquí hay también un excelente corredor a través de la Sierra de la Magdalena y Montes de la Peña.
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Falanges de os en cueva de los Montes de la Peña (Valle de Mena) |
En
otra entrada en este blog ya hablamos de lo difícil que era precisar con
exactitud cuando se extinguió el oso pardo en nuestra comarca. Los libros de
cuentas de los concejos alaveses recogen con bastante asiduidad hasta finales
del siglo XVII las recompensas que se entregaban por osos cazados. Y también
tenemos otros documentos del mismo siglo en los que habla directamente de los
osos que habitaban en la Sierra Salvada, qué daños causaban y cómo se les
cazaba.
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Cráneo de oso pardo hallado en la Sierra Salvada |
A
partir del siglo XVIII las recompensas por la caza de estos animales se
registran sólo en contadas ocasiones y
se empieza a tener conciencia de que los osos que quedan son los últimos
ejemplares, como el que se abatió en el Macizo del Gorbea en 1818. En esta
ocasión, cinco ayuntamientos, entre los que se encontraba Lezama, recompensan
al cazador con 6oo reales cada uno por matar el último oso de esta montaña.
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Oso pardo hallado en Gorbea. Museo de Ciencias Naturales de Álava |
Las
cuevas que existen en la Sierra Salvada dan testimonio de la presencia de este
animal a través de las numerosas yacijas
dejadas por el oso durante su hibernación, los arañazos en las paredes para
afilar sus uñas o los mismos huesos de ejemplares que encontraron su muerte al
precipitarse por una sima.