martes, 2 de abril de 2024

Araneko Arri. A una chica le comió el lobo. 24 de diciembre de 1308.

 


Hoy vamos a mostrar un lugar conocido como Araneko Arri. Pertenece al municipio vizcaíno de Orozko y se encuentra dentro del Parque Natural del Gorbea. Una de las maneras de llegar hasta allí es desde la ermita de Nuestra Señora de la Piedad de Garrastatxu (Baranbio), tras una hora larga de caminata y salvar quinientos metros de desnivel. Una vez allí nos encontramos con una estela funeraria acompañada de un pequeño monumento conmemorativo levantado en 1988 en el que se recuerda la leyenda: Araneko Arri. A una chica le comió el lobo. 24-diciembre-1308. Caserío Arane Picaza-Garay. Orozko 20-6-88.


Ermita de Garrastatxu

Existen varias versiones. En unas la chica iba a servir a una casa del valle de Zuia cuando fue atacada en ese lugar por una manada de lobos, en otras la chica se había dirigido allí a recoger las ovejas. En ambos casos los vecinos salen a buscarla y sólo encuentran huesos y pelos. Esta historia es muy similar a aquella otra que se cuenta en el municipio guipuzcoano de Olaberria, también con motivo de una estela funeraria que hoy se encuentra en el interior del ayuntamiento. Aquí la chica también es atacada por lobos cuando se dirige a buscar las ovejas. Desde luego se conocen más lugares con una leyenda similar (en Lagrán, al sur de Álava, también fue devorada una chica cuando llevaba comida a los trabajadores de una heredad) y lo más probable es que fuera una narración repetida en muchos pueblos de Europa, en la que cada uno de ellos la hiciese más verosímil detallando la toponimia, las casas o las mismas familias del lugar.

Estela en Olaberria (Gipuzkoa)

Realmente, los lobos constituyeron en el pasado una auténtica pesadilla en el mundo rural. Lo atestiguan las loberas, esas construcciones de piedra formadas por dos muros que convergían en un foso donde acababa cayendo el lobo tras ser perseguido, o las propias ordenanzas de los pueblos que regulaban minuciosamente las batidas, también conocidas como corridas: quienes debían ir, hacia donde debían dirigirse los batidores o cuál era el toque de la campana que anunciaba batida. Sirva de ejemplo las Ordenanzas de Montes de los cinco concejos de Amurrio, Larrinbe, Derendano, Etxegoien y Olabezar de 1570:

Cuandoquiera que en los dichos términos se sintiesen lobos, cualquiera persona que sienta sea obligado a dar aviso y repicar las campanas en el concejo más cercano, y que los vecinos de los dichos dos concejos y los de Olabezar precisamente sean obligados a salir a correr los dichos lobos con perros, armas y otros aparejos necesarios.

Lobera de San Miguel. Sierra Salvada

Aun así, en muchas ocasiones no era suficiente el empleo de loberas y batidas, y se contrataba a un alimañero o, incluso a una persona aún más especializada: un lobero, un oficio que acabó desapareciendo a medida que se iba exterminando al lobo. De la contratación de estos profesionales tenemos varios documentos que lo atestiguan, por ejemplo, en 1806 los vecinos de Baranbio piden los servicios de un lobero y en los libros de cuentas de 1603 de Aramaio se dice que.

Dio por mandato de la justicia y regimiento a Andrés de Iturbe 30 reales, para ir a la venta de Zarate, más allá de Tolosa, con su macho, para traer los cepos y aparejos de Juan Labina, cazador de lobos.

Estela de Araneko Arri. 

Toda medida era poca y todo concejo pagaba una recompensa a quienes hubiesen matado algún lobo y demostrasen haberlo hecho enseñando una piel o portando al propio lobo muerto. Los libros de cuentas están llenos de estos pagos: en Apellaniz se pagaba en 1584 diez reales por loba y dos por lobo, en Aramaio en 1603 diez reales por lobo, en Moreda en 1710 dos reales o este otro pago que consta en Villanueva de Valdegobía referido a 1746:

En 17 de Henero di a un lobero cuatro cuartos y un quartillo de vino que gastó en la taberna. Traya dos lobos.

Lobo disecado en caserío Oruro. Orduña.

El tiempo va borrando las huellas de esta secular lucha entre el hombre y las fieras. Permanecen historias como la que se cuenta de Araneko Arri. Sin embargo, no se ha conservado durante estos setecientos años el recuerdo de atrocidades cometidas por el propio ser humano en forma de violaciones, asesinatos, guerras e injusticias de todo tipo también sucedidas en estas mismas montañas, es mejor que sean olvidadas y que sea el mundo salvaje, el lobo, el que encarne el horror.

La consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco pidió en febrero al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico que rebaje las medidas para la protección del lobo después de que fuese reclamado por el sector primario en las protestas de las tractoradas. Uno se pregunta si el lobo no vuelve a encarnar el horror, si no vuelve a ser el cabeza de turco, cuando los verdaderos problemas que amenazan al mundo ganadero proceden del ser humano, del competitivo sistema de producción, de la especulación de los intermediarios o del mismo modo de consumo. Dentro de setecientos años lo sabremos.


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