El color verde de este reptil se
confunde entre la variada gama de los verdes del paisaje de la campiña ayalesa en
primavera: prados, setos de endrinos, zarzas y boneteros, saucedas y choperas
que acompañan el curso de los ríos o bosquetes de robles, quejigos y pinares
silvestres, todo es ahora de un intenso color verde.
Es tal la cautela y el mimetismo del lagarto verde que no es nada fácil descubrirlo, lo más habitual es tener una visión fugaz del mismo después de notar que algo se mueve por la maleza.
Son muchos los lugares y hábitats que utilizan estos lagartos: se asolean sobre unos brezales, en el tronco de un pino silvestre, entre las rocas que tapizan un quejigal, en las ramas de una encina o sobre los muretes de piedra que delimitan una finca.
Sorprendí a los dos ejemplares
que aparecen en las fotografías aprovechando los últimos rayos de sol de un día
de abril, mes en el que se producen las primeras cópulas en esta especie.
Gustavo
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