martes, 24 de marzo de 2020

Los córvidos, pájaros de mal agüero


Llama la atención que hoy día continúe vigente ese rechazo y esa aversión secular hacia los córvidos cuando la población humana actual es fundamentalmente urbana y el conocimiento que se tiene sobre la fauna no deja lugar a los antiguos prejuicios y falsas creencias. El carácter carroñero y oportunista de estas aves dispuestas a aprovechar cualquier recurso incluidos los generados por el hombre a través de la agricultura o la ganadería provocando daños, pérdidas o mermas de las cosechas, ha generado a lo largo de la historia una persecución justificada que en este caso puede ser entendible.

Cuervo grande.
Es probable que parte de esta aversión hacia los córvidos fuese debida a una especie concreta desaparecida actualmente de nuestro territorio, pero que fue abundante durante los inviernos de siglos pasados: la graja (Corvus frugilegus). En la Historia general de Vizcaya, escrita por Juan Ramón Iturriza y Zabala en 1785 tenemos un testimonio de la presencia de estas aves y de los daños que provocaban: los cuervos que suelen venir en infinitas bandadas a principios de Noviembre (y se aumentan así que pasa el invierno) causan notable daño en los sembrados de trigo, maizales y castañales.

Graja en un prado de Escocia. Foto Jesús Sainz.
Prueba de los daños que ocasionaban los córvidos en general y su enconada persecución son las recompensas que ofrecían los pueblos por su caza, tal como se hacía con lobos, zorros o garduñas. Ejemplo de ello es el pago de seis reales de vellón en Aramaiona a un vecino que presenta 12 cuervos el 31 de diciembre de 1820.

Pago  por la captura de un garduño y 12 cuervos. Aramaiona, 1820. Archivo Provincial de Álava.
En 1953 se da un paso más en la lucha contra todo tipo de alimañas incluidos los córvidos, al obligar el Estado a la creación de las Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos. Miles de cuervos, chovas o urracas fueron cazadas hasta la derogación de dicha junta en 1961, sin contar otros miles de ejemplares que pudieron morir por envenenamiento y otras artes sin poder ser recuperados.

Urraca
Afortunadamente la protección de la fauna es hoy día una prioridad y los estudios de técnicos y científicos sientan las bases para la gestión de la misma. Sin embargo, la inclusión de la corneja (Corvus corone) y de la urraca (Pica pica) en las ordenes de veda actuales del País Vasco no parece obedecer a estos criterios de racionalidad ¿tenemos una estima de los daños económicos que provocan estas aves en los cultivos agrícolas o simplemente hemos heredado un sentimiento de rechazo del que tampoco sabíamos de manera objetiva y cuantitativa hasta donde estaba justificado?¿tenemos otros estudios de los beneficios que pueden aportar como por ejemplo el control de plagas, o su papel en los ecosistemas? ¿de verdad que reporta beneficios la caza de estos dos córvidos en nuestra comarca?

Cornejas negras acosando a un milano real
No están claras las causas de la regresión de la grajilla (Corvus monedula) en el País Vasco hasta el extremo de que actualmente sólo existe la población del centro de Vitoria-Gasteiz, pero su consideración como especie cinegética en Álava hasta 2015 indudablemente ha tenido que contribuir a hacerla desparecer de los campos y montañas donde nos consta que criaba en los años 80 del siglo pasado: Sierras de Badaia, Iturrieta, Salvada, Montes de Vitoria o Trucíos en Bizkaia.

Grajillas en la plaza de la Virgen Blanca. Vitoria-Gasteiz
Otros córvidos como el cuervo (Corvus corax), la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus) han corrido mejor suerte: los tres se hallan incluidos en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas lo que quiere decir que no podemos darles muerte, capturarles o molestarles. La razón de ello se debe a que son aves ligadas a montañas y roquedos donde cumplen un destacado papel ecológico.

Chova piquigualda en la Sierra Salvada
Chova piquirroja en la Sierra Salvada
Y nos queda por hablar de un último córvido: el arrendajo (Garrulus glandarius) o basama, como le llamamos aquí, término que procede del euskera y que podríamos traducir como el ama del bosque. Efectivamente es un ave que vive siempre protegida por el bosque, entre los árboles, aprovechando en gran medida los frutos de los mismos como castañas, bellotas o manzanas y nueces, motivo por el que antaño entró en conflicto con el ser humano y fue también perseguido. En el caso del arrendajo es bien conocido su papel como dispersor de semillas y regenerador del bosque ya que posee la costumbre de enterrar bellotas y otros frutos como despensa para cuando los necesite.

Arrendajo tras un pequeño baño.




2 comentarios:

  1. En Menoyo (y supongo que pueblos de alrededor) al arrendajo le llaman pigaza

    ResponderEliminar
  2. Muy interesante, buen post

    ResponderEliminar