Lobo disecado en el antiguo bar de Oruro. Orduña. |
A grandes rasgos las loberas consisten en dos
muros de varios centenares de metros de longitud construidos en forma de embudo
que convergen en un foso hacia donde eran conducidos los lobos tras una batida
organizada por los vecinos de algún valle o usuarios de un monte. En Álava
poseemos dos de estas trampas: la lobera de Gibijo y la lobera de Barrón,
aunque en las montañas burgalesas próximas hay algunas más como la de Santiago,
Loberas Viejas, Gurdieta o San Miguel, ésta última situada en la Sierra
Salvada, en la misma muga entre Álava y Burgos.
Lobera de Barrón. Imagen de archivo. |
Gracias a un documento conservado en el archivo
de Ayala en Respaldiza y fechado en 1630 sobre la necesidad de construir una
lobera en la Sierra Salvada cuyo foso se cavaría cerca de la ermita de San
Vítores, podemos hacernos una idea de cómo era el proceso para erigir una de
estas trampas. Concretamente el documento trata de la solicitud que hacen los ayaleses
al Corregidor del Señorío Vizcaya para que autorice el reparto del coste de la
lobera estimado en doce mil ducados entre los vecinos de los pueblos situados en
20 leguas a la redonda de dicha lobera, lo que tocaba a dos reales por vecino.
Cartografiado de la lobera de Gibijo. |
El Teniente General del Señorío de Vizcaya, en
representación del Corregidor, se traslada a Ayala el día 22 de septiembre de
dicho año para atender el caso y comprobar en los libros de cuentas de la provincia
de Ayala que no posee propios suficientes para sufragar la lobera.
El día 23 de septiembre visita el lugar donde quiere construirse la lobera, es
decir, el portillo del Aro y Kobata, y le indican que la intención es construir
una pared desde un foso que se construiría cerca de la ermita de San Vítores
hasta la Fuente de Kobata; mientras que la otra pared que conformaría la lobera
sería sustituida por el cortado que presenta la peña en su vertiente norte,
tapando y reforzando los portillos como el de Menérdiga o Ungino.
Cantil, Peña de Aro. Sierra Salvada. |
Al día siguiente comparecen en la localidad de
Menoyo ante el Teniente General vecinos y autoridades de Ayala declarando todos
ellos que los osos, lobos y gatos cerbales causan muchas bajas en el
ganado que pasta en la Sierra Salvada, estimando en 4000 mil ducados los daños por
la muerte de vacas y yeguas a lo largo de un año y en 3000 ducados los machos y
mulas que se dejan de criar por tal motivo, cifras en ambos casos referidas a
esa área de 20 leguas en torno a la lobera. Hasta la fecha habían recurrido a
arcabuces, perros y maestros de reclamo traídos desde Gipuzkoa, pero se habían
mostrado ineficaces y consideran que el mejor remedio es la construcción de una
lobera.
Kobata. Sierra Salvada. |
Finalmente, esta lobera no llegó a construirse,
pero la documentación que se generó nos ha proporcionado información de gran
interés, entre otras cosas para conocer el elevado coste económico que suponía
para los vecinos y las arcas públicas levantar este tipo de trampas. Aunque el
esfuerzo para acabar con los lobos no terminaba aquí, la persecución para dar
caza a esta especie estaba reglamentada en las ordenanzas de pueblos y concejos
y obligaba a un miembro de cada casa salir a correr los lobos
regularmente o cada vez que pegaba. Es decir, la lucha contra las alimañas, especialmente contra el lobo,
requirió de un importante esfuerzo económico, pero también organizativo y
legal.
Pepín el Manco montando cepo lobero. Foto de archivo. |
Las loberas que sí se construyeron fueron
utilizadas hasta mediados del siglo pasado en el mejor de los casos. La
comercialización de nuevos venenos más mortíferos y, sobre todo, la mayor eficacia
de las armas de fuego hacía prescindible el empleo de las loberas: con realizar
una batida hacia el lugar donde se apostasen los tiradores era suficiente. Hoy
se encuentran todas ellas en estado de ruina tras el éxodo rural y el abandono
del campo que trajo el desarrollo industrial a mediados del siglo XX, situación
que aprovechó el lobo para iniciar una lenta recuperación.
Detalle muro lobera. Foto archivo. |
Pero la sociedad ha cambiado radicalmente
respecto a hace tan sólo unas pocas décadas. El discurso conservacionista se
encuentra ahora aceptado en toda esfera social y el sistema educativo lo
incorpora a la enseñanza como una materia transversal. El medio natural y las
especies que lo habitan son hoy concebidos como parte de nuestro patrimonio
natural y los ciudadanos demandamos a las administraciones que velen para su conservación.
Lobo extraído en una sima por espeleólogos en Sierra Salvada. Foto archivo. |
En este contexto es como hay que entender que en
marzo del 2020 se produjese un hito histórico respecto a la consideración legal
del lobo en Euskadi ya que fue incluido en el Catálogo Vasco de Especies
Amenazadas como de Interés Especial
atendiendo a criterios técnicos y científicos.
Lobera de San Miguel |
Huellas de lobo en el Alto Asón. Foto Andoni Aldama. |
Desde luego que el Comité Científico de Fauna y
Flora del ministerio lo tenía muy claro al avalar la inclusión del lobo en el
LESPRE y también la Comisión Europea que insta a los países miembros a posibilitar la coexistencia de la especie en territorio europeo con el sector ganadero a partir de medidas que pueden ser subvencionadas como la agrupación y protección de los rebaños, vallados eléctricos, mastines bien entrenados, compensaciones económicas por ataques al ganado, etc. Se acabó la época en la que las administraciones ayudaban a los ganaderos a exterminar los lobos ofreciendo ayudas económicas, dando cobertura legal o construyendo loberas, ahora su misión es proporcionarles los medios necesarios para reducir al máximo los daños provocados por este emblemático carnívoro.
Gustavo
Interesante historia, muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo a todos.