miércoles, 8 de julio de 2020

Se busca vivo o muerto: el topo.


Topo. Murga.
En realidad, el topo nunca ha figurado entre los primeros puestos de las alimañas más perseguidas, pero siempre ha sido un vecino indeseable allí donde se cultivase la tierra puesto que las galerías que excava en busca de lombrices y las toperas que genera acaban afectando a sembrados y cultivos. Antiguamente se creía que el topo se alimentaba de materia vegetal y que roía las raíces de las plantas, hoy se sabe que su dieta se basa fundamentalmente en lombrices de tierra, larvas de coleópteros y dípteros, pupas de lepidópteros y un sinfín de pequeños invertebrados que sorprende en los túneles que habita.

Toperas en Lezama.

Al desaparecer el sistema agrícola tradicional que había ocupado los valles con campos de trigo, maíz, patatas y pequeños huertos, finalizó también su atávica persecución. Sin embargo, pronto surgiría una nueva amenaza para los topos, esta vez procedente del uso exclusivamente residencial de las casas de campo y por motivos estéticos en vez de económicos: las toperas afeaban el cuidado césped que rodeaba las viviendas.

Detalle de extremidad delantera.

Mientras que garduñas, ginetas, comadrejas, milanos o azores dejaron de ser perseguidos, los topos volvieron a convertirse en fugitivos. Ahora pasan a pertenecer al grupo de aquella fauna que molesta a los propietarios de las casas porque generan suciedad con sus excrementos, ruido o simplemente afean el lugar en el que residen: vencejos, golondrinas, aviones, lechuzas, topillos, murciélagos, lirones, musarañas, culebras, sapos y todo tipo de bicho que se le ocurra acercarse.

Cepo para atrapar topos y ahuyentador mediante vibración.

Ciertamente, a pesar de creer haber superado aquella manera de pensar en la que cualquier especie de animal que no fuese útil para el hombre podía ser exterminada, sigue operando actualmente una mentalidad similar de eliminar todo tipo de fauna que interfiera en nuestros intereses y, por supuesto, operan también las mismas prácticas al emplear métodos crueles para matarlos como son las famosas trampas para atrapar topos o el uso de veneno, ilegal por supuesto. Parece que una conciencia real de conservación de nuestro patrimonio natural y nuestra fauna aún están lejos.

Página de la revista El Carabo en la que se explica la manera de excavar y extraer la tierra hacia el exterior.

Aunque quizá, para poder respetar y amar a toda esta fauna que convive con nosotros lo mejor sea conocerla un poco mejor: cómo viven, qué comen o qué grado de conservación poseen. En el caso del topo realmente es fascinante su adaptación a la vida subterránea: el gran tamaño de sus pulmones y el doble de cantidad de sangre y hemoglobina que circula por sus venas para aprovechar el escaso oxígeno que existe dentro de las galerías subterráneas, las fuertes palas en las que se han convertido sus extremidades anteriores para poder excavar la tierra o un pelaje que se levanta verticalmente de la piel y que facilita la circulación hacia delante o hacia atrás por los túneles que transita.

Topo en un nido de lechuza. Murga.

Pero, por supuesto, hay mucho más, como la velocidad a la que se desplaza (un metro por segundo), la profundidad en la que están construidos sus túneles aunque eso depende también de la profundidad en la que en esos momentos se encuentren sus presas principales o la manera de pasar el invierno que no es otra que almacenar una gran cantidad de lombrices a las que previamente les ha asestado un mordisco en la cabeza que las mantendrá vivas durante todo el periodo invernal. Una buena manera para acercarse a la vida del topo es la lectura de número 55-56 de la revista El Carabo dedicado al topo.

Cráneo de topo.

Para terminar, sólo decir, que en nuestra comarca tenemos la fortuna de contar con las dos especies de topo presentes en la península Ibérica: el topo europeo (Talpa europaea) y el topo ibérico (Talpa occidentalis). Este último de menor tamaño, con el hocico más corto y las extremidades anteriores más anchas, aunque el análisis genético sigue siendo el método más fiable para determinar la especie.

 


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