sábado, 3 de abril de 2021

Ascensión a la Peña de Aro en invierno y descenso en primavera

Así de revuelto fue precisamente el 20 de marzo, el día que terminaba el invierno y comenzaba la primavera. El mes de marzo no es el mejor mes para deleitarnos con la flora o para observar fauna: la mayor parte de las aves migratorias que se reproducirán aquí en abril o mayo aún no han llegado y hace frío como para que los reptiles salgan a solearse o para que se activen las mariposas. Pero la previsión meteorológica anunciaba la entrada de un frente y estas nevadas poco intensas de marzo son excelentes para descubrir, a través de las huellas, los mamíferos que viven en nuestras montañas, en esta ocasión en la Sierra Salvada.

Peña de Aro

Dejo el coche en la pista del Aro, en el aparcamiento del cruce de Añes. De aquí hasta el portillo del Aro se tarda algo menos de una hora. El comienzo del recorrido transcurre entre pinares silvestres y quejigos con el coro de fondo formado por el canto de mirlos, zorzales comunes, chochines y currucas capirotadas. Una ardilla intenta pasar desapercibida y un corzo se dirige hacia su lugar de encame. El bosque da paso a la ladera herbosa bajo la escarpada pared de la Peña del Aro y comienzan escucharse a los incondicionales del cantil: las chovas piquirrojas y los cuervos.



Los dos abrevaderos que encontramos antes del Portillo del Aro y algún que otro charco han sido aprovechados por sapos parteros y ranas bermejas para depositar sus puestas y se encuentran a rebosar de zanpaburus. Varias cagarrutas de garduña o marta junto a uno de los abrevaderos nos indican que visitan el lugar asiduamente.

El renacuajo grande es un sapo partero y el pequeño una rana bermeja.

A partir del Portillo del Aro la acumulación de nieve es mayor así que me pongo a buscar huellas trazando un recorrido donde espero encontrar más movimiento de animales: cabañas de Kobata, Fuente Askaita, Portillo de los Lobos y Hayal de Sendayala. La Sierra Salvada es un enclave natural protegido por la figura de Zona de Especial Protección para las Aves, en virtud de su rica biodiversidad, no sólo por el más de un centenar de aves reproductoras sino también por otros taxones faunísticos y vegetales.



Sin embargo, hoy no es un día con suerte y apenas encuentro el rastro de algún corzo, raposo, liebre europea y ardilla, además de las huellas omnipresentes de cornejas y zorzales. Otras veces no ha sido difícil dar con los pasos del tejón, marcando característicamente las uñas y dejando unas huellas que pueden recordar a un oso; o con el rastro de garduñas y martas que desaparecen en la base de algún árbol que habrán utilizado para acechar a sus presas. En algunos lugares que visité esperaba encontrar las huellas de algún gato montés, una de las joyas de nuestras montañas. Y hubiera sido la mejor sorpresa de todas haber dado con el rastro de uno de esos lobos divagantes que de vez en cuando visitan la sierra. Pero hay más mamíferos que se pudieran haber detectado en un espacio con esta rica biodiversidad: jabalíes, turones, ginetas o comadrejas. Otra vez será.





Tras varias horas buscando huellas dejo atrás los hayedos y los escasos cantos de zorzales charlos y trepadores azules, y me encamino a la Peña de Aro (1.133 m). Algo tienen estas cumbres que atraen a las aves de montaña: Xabi fotografió aquí este mismo invierno acentores alpinos y gorriones alpinos, también se han observado treparriscos, y ahora me encuentro con un pequeño bando de bisbitas alpinos soportando un viento gélido.


Bisbita alpino

Desciendo la montaña sin haberme encontrado con nadie en todo este tiempo, algo realmente infrecuente dada la alta masificación que últimamente soportan algunas de nuestras montañas: la cascada de Gujuli, el Salto del Nervión, Gorbea o la Sierra Salvada, es decir, aquellas mejor conservadas y de mayor belleza. Es curioso que las áreas de explotación forestal resultan auténticos agujeros negros en los mapas de las actividades recreativas (merenderos, pruebas deportivas, rutas señalizadas) de modo que no parecen existir, ni dichas áreas ni la problemática medioambiental que generan como es el creciente y preocupante cultivo del eucalipto. 


Pero por hoy vamos a quedarnos con el buen sabor de boca de haber disfrutado de una manaña de nieve en la Sierra Salvada y una tarde soleada por la sopeña.









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