lunes, 4 de diciembre de 2023

Corzos, defaunación y parques eólicos

 


La imagen del corzo con la que se abre esta entrada fue tomada desde la ventana de casa en Murga. Hoy día los corzos se encuentran presentes en todo el territorio vasco y llegan a las mismas puertas de ciudades como Vitoria-Gasteiz. Sólo tenemos que madrugar un poco y acercarnos a alguna zona de prados para observar algún ejemplar, y no es raro durante un paseo por el campo descubrir un encame donde el corzo ha descansado unas horas o sus huellas clavadas en el barro.

Pero la documentación histórica nos dice que no siempre fue así, poco faltó para que se extinguiese o, mejor dicho, para que le extinguiésemos. A parte de ejemplares divagantes que pudieron verse por algunas montañas como el Gorbea, el único núcleo de población que quedaba en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX se encontraba en los Montes de Vitoria. No hicieron falta medidas de conservación ni sueltas de ejemplares capturados en otros lugares, el éxodo rural hacia las ciudades con el consiguiente abandono del campo y la ausencia de depredadores naturales como el lobo que se encontraba igualmente en una situación límite tras siglos de batidas y veneno, favorecieron la rápida expansión de este ungulado.

Corzo fotografiado en Sierra Salvada


Fue una suerte que no se extinguiese porque era el último de nuestros grandes herbívoros silvestres que había logrado sobrevivir a nuestra intensa y secular persecución. Hacía unos siglos que habíamos cazado el último ciervo (aunque en los años cincuenta y ochenta del siglo XX se realizaron reintroducciones en el Macizo del Gorbea a partir de ejemplares procedentes de los montes de Toledo y la Sierra de Cazorla) y con anterioridad habíamos acabado también con rebecos, cabras montesas, uros, caballos salvajes y bisontes. Es como si hubiésemos eliminados a cebras, ñus, búfalos y antílopes de la sabana africana dejando tan sólo algunas gacelas, o como si hubiéramos exterminado los grandes de rebaños de antílopes saigas y gacelas de Mongolia de las estepas de Asia Central respetando algún que otro asno salvaje.

Bisonte europeo. Atapuerca.


Lamentablemente las extinciones del mundo animal a lo largo de la historia no sólo han afectado a estos grandes herbívoros como bien sabemos. Aunque para explicar mejor la actual pérdida de biodiversidad se ha hecho necesario introducir un nuevo término, el de defaunación, que hace referencia no sólo a la extinción de especies, si no la disminución de las poblaciones de fauna en general que, aunque no se encuentren especialmente amenazadas, sí que han experimentado en las últimas décadas un fuerte descenso tanto en su número como en su área de distribución.

Caballo Przewalski. Atapuerca.


Podríamos enorgullecernos, diciendo que a diferencia del pasado hoy existe una conciencia conservacionista y una amplia legislación que protege la pérdida de la biodiversidad, pero el caso es que seguimos extinguiendo especies y además a una velocidad alarmante y desconocida hasta la fecha. Lo que también es propio de nuestra época son las justificaciones para no evitar este declive de especies y ejemplares. A finales del mes pasado salió a información pública el proyecto del Parque Eólico Larragorri que tiene previsto levantar 5 aerogeneradores de 5 MW en los términos municipales de Amurrio, Llodio y Orozko. Precisamente este mismo otoño un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas junto con la Estación Biológica de Doñana nos alertó de que según sus estimas casi un millón de murciélagos podrían estar muriendo anualmente en los parques eólicos españoles.

 

1 comentario:

  1. Sólo para deciros la gran labor divulgativa que realizáis a través de este interesante blog.
    Deseo que sigáis en vuestro empeño que es también el mío y el de muchos otros amantes de la conservación de la fauna y flora de nuestro País y del Planeta.
    Aurrera!

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