La imagen del corzo con la que se
abre esta entrada fue tomada desde la ventana de casa en Murga. Hoy día los
corzos se encuentran presentes en todo el territorio vasco y llegan a las
mismas puertas de ciudades como Vitoria-Gasteiz. Sólo tenemos que madrugar un
poco y acercarnos a alguna zona de prados para observar algún ejemplar, y no es
raro durante un paseo por el campo descubrir un encame donde el corzo ha
descansado unas horas o sus huellas clavadas en el barro.
Pero la documentación histórica nos
dice que no siempre fue así, poco faltó para que se extinguiese o, mejor dicho,
para que le extinguiésemos. A parte de ejemplares divagantes que pudieron verse
por algunas montañas como el Gorbea, el único núcleo de población que quedaba
en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX se encontraba en los
Montes de Vitoria. No hicieron falta medidas de conservación ni sueltas de
ejemplares capturados en otros lugares, el éxodo rural hacia las ciudades con
el consiguiente abandono del campo y la ausencia de depredadores naturales como
el lobo que se encontraba igualmente en una situación límite tras siglos de batidas
y veneno, favorecieron la rápida expansión de este ungulado.
Corzo fotografiado en Sierra Salvada |
Fue una suerte que no se extinguiese
porque era el último de nuestros grandes herbívoros silvestres que había
logrado sobrevivir a nuestra intensa y secular persecución. Hacía unos siglos
que habíamos cazado el último ciervo (aunque en los años cincuenta y ochenta
del siglo XX se realizaron reintroducciones en el Macizo del Gorbea a partir de
ejemplares procedentes de los montes de Toledo y la Sierra de Cazorla) y con
anterioridad habíamos acabado también con rebecos, cabras montesas, uros,
caballos salvajes y bisontes. Es como si hubiésemos eliminados a cebras, ñus,
búfalos y antílopes de la sabana africana dejando tan sólo algunas gacelas, o como
si hubiéramos exterminado los grandes de rebaños de antílopes saigas y gacelas
de Mongolia de las estepas de Asia Central respetando algún que otro asno
salvaje.
Bisonte europeo. Atapuerca. |
Lamentablemente las extinciones del
mundo animal a lo largo de la historia no sólo han afectado a estos grandes
herbívoros como bien sabemos. Aunque para explicar mejor la actual pérdida de
biodiversidad se ha hecho necesario introducir un nuevo término, el de defaunación,
que hace referencia no sólo a la extinción de especies, si no la disminución de
las poblaciones de fauna en general que, aunque no se encuentren especialmente amenazadas,
sí que han experimentado en las últimas décadas un fuerte descenso tanto en su
número como en su área de distribución.
Caballo Przewalski. Atapuerca. |
Podríamos enorgullecernos, diciendo
que a diferencia del pasado hoy existe una conciencia conservacionista y una
amplia legislación que protege la pérdida de la biodiversidad, pero el caso es
que seguimos extinguiendo especies y además a una velocidad alarmante y desconocida
hasta la fecha. Lo que también es propio de nuestra época son las
justificaciones para no evitar este declive de especies y ejemplares. A finales
del mes pasado salió a información pública el proyecto del Parque Eólico
Larragorri que tiene previsto levantar 5 aerogeneradores de 5 MW en los términos
municipales de Amurrio, Llodio y Orozko. Precisamente este mismo otoño un
estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas junto con la
Estación Biológica de Doñana nos alertó de que según sus estimas casi un millón
de murciélagos podrían estar muriendo anualmente en los parques eólicos
españoles.
Sólo para deciros la gran labor divulgativa que realizáis a través de este interesante blog.
ResponderEliminarDeseo que sigáis en vuestro empeño que es también el mío y el de muchos otros amantes de la conservación de la fauna y flora de nuestro País y del Planeta.
Aurrera!